¡Hola!
Mientras viajo hacia mi próximo destino (las playas de toda la costa del mediterráneo) os quiero explicar la historia de mi abuelo, el cual también se llama Coco Wilson.
La historia es realmente curiosa y creo que os parecerá muy interesante, todo se remonta en la época de la segunda guerra mundial, mi abuelo Coco Wilson estaba expectante en aquel dantesco escenario en el que unos y otros peleaban sin parar. Pero por petición de altos cargos del ejercito tuvo que entrar en acción, no en combate, pero si ayudando a recuperar a soldados malheridos.
La cuestión es que utilizaban el agua de coco de mi abuelo Coco Wilson para practicar una técnica de infusión vía intravenosa, sustituyendo al suero fisiológico para aquellos soldados que habían perdido demasiada sangre. Esta técnica se puede realizar con el agua de coco ya que nuestra composición química es muy similar a la del plasma sanguíneo humano. Os dejo una imagen para que veáis la comparativa entre el agua de coco y el suero fisiológico.
Mi abuelo Coco Wilson acabó siendo un héroe para muchos soldados, ya que consiguió salvarles la vida a varios de ellos. Y la verdad, después de que me explicara su historia y sentirme tremendamente orgulloso de él, decidí seguir su ejemplo, me fui a Centro América durante un tiempo, donde sabía que actualmente aún realizan este tipo de técnica de transfusión en poblados que están alejados de hospitales para poder ayudar a todas aquellas personas que necesitaban ayuda.
Agua de coco, el fluido de la vida, así es como nos bautizaron en la segunda guerra mundial, ¡y que razón tenían!
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